Los cráneos de dos jovenes del norte de México, que... están tostados.

martes, octubre 14, 2008

Keko se busca a si mismo. Capítulo I

Un joven despertó de un profundo sueño o trance con una sensación de pesadez dentro de la cabeza. Miró a su alrededor y notó que había un televisor y un nintendo que parecían ser utilizados escasamente. También había un escritorio lleno de papeles y libros que daban la idea que nadie los había terminado de leer. En la pared: un poster con la imagen de una niña de grandes ojos verdes y asustados envuelta en un trapo sucio y viejo de color vino gastado.

Observó un sofá-cama donde al parecer había dormido alguien recientemente y se acercó a él. Poniendo atención a todo detalle escuchó un ruido extraño (como el de un rechinido constante por falta de mejor comparación). Giró su cabeza 180º buscando la proveniencia de ese sonido y notó que en el escritorio estaba una computadora encendida. Supuso que este aparto le proporcionaría pistas de dónde se encontraba.

“¿Qué es este lugar?” pensó. Rápidamente quitó las cosas del escritorio buscando entre ellas algo con qué comunicarse con la computadora ruidosa y encontró el teclado. “Listo” se dijo a si mismo y, con miedo, sin acomodar sus manos en el teclado, con el dedo índice firme y separado del puño, presionó la tecla enter una sola vez.

“Windos XP

Haga click en su nombre para comenzar.”

Keko o Invitado. Estas se convirtieron en las opciones que le ofreció la PC. Se decidió por Keko quien tenía sesión iniciada. Pero tuvo que entrar a la opción de invitado pues Keko se ocultaba tras una contraseña que no se molestaría en adivinar. Buscó un rato pero no encontró ni una sola pista pues los archivos de Keko estaban totalmente bloqueados. Se quedó pensativo, deseaba conocer un poco mas de trucos de computadoras pues le asustaba el hecho de no poder reconocer el lugar ni recordar cómo fue que llegó ahí…

Vio una manzana roja de plástico sobre una bocina de la PC, esta manzana hacía un sonido de “tic, tic, tic” como si contara el tiempo. Sintió que corazón se volvía pesado y lento. Se sentó en la silla frente al desordenado escritorio y se preguntó “¿Quién es Keko y dónde está?”

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